Sr. Director:
Acierta usted plenamente. Pero hay una faceta que no les preocupa a los fabricantes de muerte que se dedican al negocio del aborto. Quizás porque no les han llegado aún las olas que... ya llegarán. Me refiero al síndrome post-aborto de todas estas formas tan sutiles de matar donde no se ven trocitos de cuerpo humano por todos lados. Los métodos anticonceptivos abortistas como el DIU y semejantes, también dan lugar a un síndrome post-aborto.
El problema es que los sicólogos que tratan a las pobres mujeres afectadas, al preguntarles si han abortado, reciben una negativa por respuesta, porque ellas no son conscientes de haberlo hecho. Su síndrome es el mismo o parecido, pero más difícil de detectar. Pero acaba por aparecer irremisiblemente. Y cabe preguntarnos: las mujeres que han contribuido de alguna forma a las investigaciones con embriones, donando o vendiendo esa parte minúscula de su cuerpo, ¿tendrán un síndrome específico correspondiente, todavía por definir, y que aparezca de cinco a diez años después de la donación o venta?
La sociedad del siglo XXI corre un riesgo muy serio de convertirse en esquizofrénica, donde los laboratorios de todo tipo se forren a base de causar males que luego tengan que remediar... para forrarse más. ¡Que Dios nos ampare! (lo digo en serio, claro).
Alfonso Bertodano
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