Sr. Director:
Una ola contaminadora se muestra ascendente, engullendo lo bello, lo limpio y lo digno.
Es un grave delito contaminar el medio ambiente pero… ¿acaso no constituye, también, un delito contaminar el espíritu humano Puede comprobarse que, ahora, exhibir el cuerpo humano en su totalidad es, para muchos, una “conquista social" y una muestra de "libertad". ¿Qué vemos en nuestras calles Grupos de jóvenes vistiendo igual, "uniformadas": pantalones o faldas con la cintura fuera de su sitio natural y escasas camisetas, o bien, con indumentarias tan carentes de tela que evidencian el deseo de que su cuerpo sea examinado sin restricción alguna. Son tan "libres" que no se reservan nada, lo muestran casi todo, incluidos "michelines" en distintos niveles de su estructura corporal. Y si cubren algo, lo muestran a través de tejidos ajustados o transparentes .Ah, y el no va más es enseñar tirantes forzando la caída de uno de los hombros, todo muy "natural".
En el campo de la moda, frecuentemente, no se sabe bien si se va a contemplar un desfile de mujeres elegantes o se va a ver un desfile de pobres mujeres sometidas a la exposición degradante de su intimidad, bamboleando, en ocasiones, su cuerpo de manera ridícula, nada elegante. Nunca han faltado mercaderes de carne humana que se han burlado de un sentimiento universal llamado pudor. Y ¿eso qué es Pueden decir algunos jóvenes, personas a las que no se enseñó nunca a guardar su intimidad sino a exponerla en la plaza pública. El pudor es algo natural pero puede llegar a desaparecer cuando los seres humanos, ellas y ellos, se van degradando paulatinamente en su escala de valores.
Es interesante conocer que, según expertos en psiquiatría, seguir al pie de la letra los modos y las modas del momento refleja fisuras importantes en la personalidad: influenciabilidad y falta de madurez; inseguridad, al pensar que para ser aceptados hay que comportarse así; falta de identidad propia, y querer llamar la atención a toda costa. Una parte considerable de la juventud es manipulada, sin respeto alguno, por diseñadores, cadenas de fabricación de ropa, revistas juveniles, series de televisión, etc. Y así van, muchas chicas disfrazadas de cabareteras, candidatas a clubes de alterne, inocentes víctimas de una sociedad adulta que habla de derechos humanos, de respeto a los animales, al medio ambiente y que no sabe defender la dignidad de niñas y jóvenes. Se les ofrece: lugar adecuado para el botellón para que no molesten demasiado y píldoras para antes y después. Y todavía, ese mundo adulto se queja, hipócritamente, de cómo está la juventud, esos jóvenes que han sido desviados de su camino natural.
Y no está de más hablar de mujeres no tan jóvenes que exhiben, igualmente, su cuerpo de tal manera que resultan, además de un insulto a la belleza, ridículas. Dan ganas de reír o de llorar, según se mire ya que algunas van "enseñando" el camino a sus hijos. Y ellos, los chicos parecen, en ocasiones, payasos. En su época, la famosa Coco Chanel lanzó una moda democrática, revolucionaria. Tenía el deseo de llegar a la mayoría y no sólo a la élite. Y ella dejó una conocida frase: "La moda tiene que hacer sonreír y no reír. La moda tiene que ser gracia y no imbecilidad."
La moda refleja el código de valores que existe en cada momento: según nos vestimos así nos comportamos. Actualmente da la impresión de que la belleza ha sido relegada y el horterismo campea a sus anchas. No está mal recordar lo dicho por el diseñador de moda Emanuel Ungaro: "Le diría a cada mujer que en la costura no hay milagros. Que tiene que saber enfrentarse con la verdad cuando se mira al espejo cada mañana". Las fronteras entre el buen y el mal gusto han perdido su nitidez pero hay que ver la vida con esperanza: la elegancia y el saber vestir bien están al alcance de todos. Claro está que es necesario aplicar la inteligencia para aprender, inventar y generar formas más bellas, más auténticas. Hay que superar lo que alguien llamó la "barbarie civilizada", ser rebeldes y ejercer la verdadera libertad.
Carlota Sedeño Martínez