Al parecer, lo único que le funciona al canciller Schröder es la balanza de pagos, razón por la que le gusta, más bien poco, la fortaleza del euro. Porque lo cierto es que la crisis alemana, provocada por un déficit público, producto, a su vez, del estado de bienestar alemán, se está pagando en pérdida de puestos de trabajo.
Así, T-Mobile, la poderosa filial de telefonía móvil de Deutsche Telekom, reducirá plantilla: 2.200 puestos de trabajo en dos años, lo que disminuirá un 10% sus gastos de personal. Estábamos acostumbrados a los despidos en telefonía fija, pero no en las divisiones de móviles que no han hecho otra cosa que aportar ganancias a todas las operadoras europeas.
Por otra parte, la banca alemana no levanta cabeza, y se mantiene en una especie de reconversión laboral indefinida. Así, Deutsche Bank despedirá entre 4.000 y 6.000 empleados de su división más potente: la banca de inversión. La mayoría de los despidos tendrán lugar en la propia central de Franfort, así como en las dos plazas financieras más importantes: Nueva York y Londres.