Sr. Director:

Trataré de ser mesurado. En mi familia ocurrió todo lo contrario, perdí a mi abuelo y a su hijo, mi tío, tras ser fusilados por los falangistas.
 
Su delito: ser simpatizantes y votantes de la CEDA, no se si sabe lo que era ese partido pero le puedo asegurar que no era de izquierdas y por si le vale algún antecedente familiar le puedo decir que en mi familia en tiempos de la sublevación existía tres religiosas hermanas de mi madre y cuatro sacerdotes, entre ellos el padre José Monasterio Azcona que llegó a ser Vicario General de los PP Agustinos Recoletos hermanos y sobrinos de mi abuela.

Tuvimos suerte por que no fusilaron a ninguno. Lo que ocasionó la rebelión militar fue el mal perder de la oligarquía que no supo asimilar la derrota electoral de febrero de 1936, lo demás son ganas de retorcer la historia y justificaciones de quienes no tienen la conciencia tranquila. Después de comenzada la guerra se cometieron atrocidades por ambos bandos pero la responsabilidad del inicio solo está en la oligarquía de derechas apoyada por el ejercito. No nos cuenten más tonterías y respeten nuestro dolor. Yo todavía no he podido enterrar en sagrado ni a mi abuelo ni a mi tío y encima tengo que escuchar sutilezas como "algo harían", pues si, en el caso de mi abuelo ir a misa y a comulgar a diario, en el caso de mi tío, ser hijo de mi abuelo y todo ello no impidió que los salvadores de la patria los chicos de la Falange los dieran el paseíllo

Mi padre decía que era mejor olvidar y perdonar, por que si no, no podríamos vivir en paz y ahora, que ya tengo 59 años, empiezo a pensar que quizá tenía razón y que él vivió huérfano pero feliz por que supo perdonar y yo he vivido desgraciado por que jamás pude hablar con él de mi abuelo por que sus ojos se llenaban de lágrimas, y yo me estremecía y odiaba, no se si estaré a tiempo, pero también quiero olvidar y perdonar pero escritos como el suyo no me lo ponen fácil. A pesar de mis antecedentes familiares soy un hombre de izquierdas y católico, aunque no tan buen practicante como debería ser. Mi lema de siempre ha sido que por una idea y por una creencia se puede morir pero no matar. En este país se ha matado demasiado en nombre de Dios y le puedo asegurar que Dios no quiere eso.

Eloy González

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