En el Banco de España ya no se cortan, especialmente los inspectores, que están hartos de que el gobernador y el subgobernador -Fernández Ordóñez y Javier Aríztegui- manipulen políticamente su trabajo. Cuando interesa hundir a un banquero o cajero, su entidad va fatal, peor imposible, debe ser intervenida cuando antes. Si es amigo de la casa, se salva su desastre con fondos públicos y con halagos privados -o al revés-.
Pues bien, el plan del gobernador MAFO, apoyado con entusiasmo por la irresponsable vicepresidenta del Gobierno, Elena Salgado, consiste en mantener tres grandes bancos, ni uno más, que serían el Santander, el BBVA y La Caixa. El Banco Financiero y de Ahorro (BFA), es decir, Caja Madrid-Bancaja y otras cinco entidades de ahorro fagocitadas, se quedarían fuera o irían a parar a un extranjero y a precio de saldo. ¿Por qué no al Deutsche Bank?
Hablo de toda una operación anti-Rodrigo Rato, presidente del Banco Financiero y de Ahorro (BFA), al que se quiere entregar en manos del banco alemán por antonomasia, tras fracasar como banquero reflotador, a título de moneda de cambio para ganarse la indulgencia de Angela Merkel, la misma que todavía no ha perdonado a ZP su muy antigermana actitud en el caso de la OPA de E.ON a Endesa.
En otras palabras, lo que Merkel ha exigido a Zapatero es que España no ponga pegas cuando el Deutsche entre en el capital del BFA, una vez comience a cotizar en bolsa o a través de la emisiones de títulos previstas. Y, naturalmente, ZP se lo ha prometido.
Por cierto, se pretende que el Deutsche se convierta en un megabanco europeo a pesar de que, desde que abandonara la banca doméstica y se dedicara a comprar bancos de inversión, el grupo de Joseph Ackermann ha ido de mal en peor y ha tenido que recurrir a las ayudas públicas para salir del túnel. Es igual, se trata de la diferencia entre un país como Alemania donde el Gobierno protege a sus empresas contra la deslocalización, para que las decisiones de inversión y creación de empleo, así como el I D i se quede en Alemania y se arrebaten a España, un país absolutamente cainita, donde el Ejecutivo pone contra las cuerdas a sus propias empresas con motivos electorales.
En efecto, como ya hemos informado, la imagen que el votante español tiene sobre el Gobierno en materia económica es de desastre absoluto, impotencia e incapacidad para sacar a España de la crisis. Mariano Rajoy no levanta entusiasmos. Sin embargo, la gente atribuye al PP una capacidad de gestión económica que le niega al PSOE. Y esa capacidad se personifica en Rodrigo Rato, el hacedor del milagro económico español.
En la operación anti-Rato juega un papel fundamental el vicepresidente primero, Alfredo Pérez Rubalcaba (si les das la espalda, te la clava), desesperado porque ZP no cede el cargo pero necesitado, como candidato o vicecandidato, a darle la vuelta a las encuestas en un lapso breve. Su gracieta del pasado Consejo de Ministros sobre el manipulado informe del FMI le salió bien, pero cuando la repitió el lunes no cosechó ni una sonrisa. En cualquier caso, Rubalcaba, tocado por el caso Faisán, no piensa soltar el caso FMI o, sencillamente, el intento de que Rodrigo Rato fracase en el BFA, la fusión de siete cajas de ahorros. Tiene buena ayuda en el Banco de España. Y si hay que vendérselo al Deutsche para regalarles a los alemanes cuota de mercado en España, pues se hace y en paz.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com