Hay otros movimientos en el Partido Popular, al que Rajoy pretende convertir en un partido de centro-reformismo, quizás porque considera que Aznar era poco centro-reformista. Así, mientras Rajoy está dispuesto a llevar a la Vicepresidencia al alcalde de Madrid, Alberto Ruiz Gallardón, porque considera que ofrece una imagen progresista, el alcalde de Madrid tiene un poco más de premura: él quiere su gran lanzamiento para el 2008. No para el 2012.

 

Por de pronto, a la vuelta de verano Gallardón tendrá que pechar con su súper subida de impuestos, en concreto del Impuesto sobre Bienes Inmuebles. Más de 1,7 millones de poseedores de viviendas tendrán que pagar al municipio un sobre precio de 35 euros más que el pasado año 2003. El subidón de Gallardón (su anuncio) provocó una regañina del entonces vicepresidente del Gobierno, Rodrigo Rato, para quien el PP reducía impuestos, no los elevaba. Sin embargo, Rajoy, deseoso de hacerle un feo a Rato, apoyó a Gallardón. En 2003, el Ayuntamiento de Madrid ingresó 348 millones de euros por este impuesto, pero en 2004 espera alcanzar los 434 millones. Para 2008, Gallardón calcula que los madrileños se habrán olvidado del palo. La política de Gallardón consiste preferentemente en eso: en subir impuestos y en crear un banderín de enganche y una ideología progre. El banderín de enganche es la consecución de las olimpiadas para Madrid en 2012. El banderín de enganche se intensificará también el próximo curso, con un programa de reparto de pastillas postcoitales para adolescentes marchosas sin permiso de sus padres.

 

Es lo que se denomina Operación Gallardón: progresismo e impuestos altos.