Sr. Director:
Operación Triunfo se ha convertido en un arma de propaganda gay, ignoro si a propósito o no.
Mientras mis hijos contemplaban, menos pasmados que yo, el beso ardiente y prolongado, recreado hasta el detalle por el cámara, y jaleado convenientemente por el público, con el que el "novio" de un concursante gay recibió a su héroe, decidí darme de baja del concurso.
No veo por qué los efluvios pasionales "homo" deben de ser restregados ante la audiencia que en su mayoría no comparte la atracción por personas de su mismo sexo.
Mientras la religión quiere desterrarse del espacio público, y hasta un crucifijo es motivo de polémica, un exhibicionismo sexual explícito de todas las formas y colores ha tomado hasta los concursos más inofensivos. Antes de que la voz se estrenase para malvender una opción sexual, de la que no querría que mis hijos bebiesen, cantar era, ante todo, comunicar con lo trascendente y elevar el espíritu.
Cristina Téllez
ctellez88@gmail.com