No existe ninguna demanda popular de modificar el sistema de inscripción de natalicios en el Registro Civil.
Los grupos políticos han decidido que un sistema creado por el Derecho Romano y que funciona desde hace más de veinte siglos ya no es válido porque, al parecer, vulnera los cerriles y delirantes preceptos de la ideología de género.
Este Gobierno que tenemos tan dado a meterse en la vida privada de los ciudadanos, ya hace unos meses venía especulando que a los niños se les pondrían los apellidos por orden alfabético, pero parece que no les ha convencido del todo y ahora deciden, que si los padres a la hora de registrar al niño no se ponen de acuerdo, será un funcionario el que podrá decidir el orden de los apellidos.
Lo lógico de una familia normal es que no se produzca ningún desacuerdo a la hora de poner el apellido a sus hijos, ya que siempre ha sido el primero el apellido paterno, pero, si por desgracia en algún momento se produjera este problema, mi opinión es que la madre que ha llevado en su seno al niño y ha sufrido los dolores del parto, ella y solo ella, es la que debe decidir cuál será el primer apellido, pero nunca un funcionario. ¿Pero quién es una persona extraña a entrometerse en la vida de nadie?
Nieves Jiménez