El equipo Alierta buscará otro modelo de Asamblea

Con una base de 1.700.000 accionistas, a la Junta de Telefónica del pasado jueves 10 acudieron menos de 500 titulares.

Bueno y algo menos de 25 sindicalistas, con una pancarta donde día leerse: Más empleo y menos mamoneo. Llevaban símbolos anarquistas, maoístas y alguno del Che Guevara (ni uno sólo con la efigie de Hugo Chávez, quizás porque la casuística histórica es mucho más rica que la actualidad periodística). Entre unos y otros, accionistas y sindicalistas dados al sabotaje, se contaban unos 200 medios informativos acreditados, entre ellos una docena de italianos. Estos eran los menos sorprendidos por el espectáculo sindical: según comentan, en Italia hay saboteadores profesionales y las juntas de FIAT dan la pauta de cómo será el clima laboral a lo largo del año. Ni se inmutaron. Otrosí, los directivos presentes superaban con creces al número de accionistas, por la razón habitual en estos casos:  

 La cosa prometía, así que la veintena sindical comenzó la fiesta en cuanto principio el acto. César Alierta apenas pudo leer su discurso, porque enseguida comenzaron los análisis sobre su persona y discurso. Unos sindicalistas hablaban de "fascista" y los otros recordaban a toda su parentela, con una entusiasta coral de pitidos zumbidos y sonidos de ‘kazoo', un instrumento no reconocido aún por las grandes orquestas sinfónicas porque el mundo es injusto.

A qué extremos llegaría el escándalo que hubo quien propuso llamar a la Policía Nacional, desplegada en las inmediaciones del Palacio de Cristal de la madrileña Casa de Campo, no pro a Junta, sino por el juicio del 11-M. Afortunadamente, se impuso la cordura. Al final, no se escuchaba ni el discurso del presiden ni sus respuestas a las preguntas de los titulares.

¿Qué donde están los accionistas reales? Pues, naturalmente, representado por los fondos de inversión, preferentemente anglosajones, que son los propietarios de más del 50% del capital de la compañía –de todas las grandes multinacionales- y que tienen su propios canales de relación con la compañía. Además, nunca entran en la gestión, sólo en los resultados. El esquema típico de los fondos de inversión es que una compañía que fabrica fusiles de asalto es lo mismo que otra que produce vacunas contra la malaria: ambas tienen los mismos epígrafes de la cuenta de resultados y se diferencian por el tamaño de su ebitda.

Por tanto, los verdaderos propietarios, esos casi dos millones de accionistas (ojo, se trata de accionistas rotantes, no debe tomarse como cifra estable- no están presentes en la Juntas, si los fondos lo están a través de un puñado de gestores,  y si a la Juntas sólo acuden sindicatos insultotes y algún que otro cabreado porque no le funciona el ADSL, ¿Exactamente para que valen las juntas?

Quizás hay llegado el momento de cambiar la estructura. Por ejemplo, con la idea de Manuel Conthe antes de que otros avatares ocuparan todo su tiempo: que los accionistas aprueben el salario de los directivos. Sería lo lógico.

Todo lo que camine hacia el principio de "un accionista, un voto", y todo lo que lleve a interesar al accionista en la marcha de la egresa, también al ahora de repartir el excedente, sería bueno. Asimismo, la Junta virtual, electrónica, sería una buena idea.

Es lo que se puede aprender de la Junta de Telefónica. De ahí que la compañía, como otras muchas, se esté planteando el cambio. O eso, o avisar a los antidisturbios.