Si lo consiguen, sería el fin de la carrera política de Esperanza Aguirre. Gallardón traiciona a su partido. Blesa se muestra enormemente relajado antes sus consejeros. La mora de Caja Madrid se dispara, al igual que los problemas (Realia, etc), pero genera recursos como para defender su posición. Las cajas pasan a ser competencia de Moncloa, sin que el PSOE tenga nada que ver con ello. Tomás Gómez y Pepe Blanco, desautorizados por el presidente

Lo decía nuestro enviado especial a Valladolid: el líder del Partido Socialista Madrileño (PSM), Tomás Gómez, y hasta el mismísimo Pepiño Blanco, ha sido desautorizado en la materia: las cajas, a partir de ahora, son cuestión de La Moncloa. El PSOE ya nada tiene que ver en esto. Es una cuestión demasiado compleja como para dejarla en manos del partido, o incuso de la vicepresidencia económica y el Banco de España. El que sabe de finanzas es ZP.

En cualquier caso, lo de Caja Madrid urge. Mientras Gómez pretendía pactar con Esperanza Aguirre y apostaba por la salida de Miguel Blesa, atado a su sillón de presidente de Caja Madrid, ZP cree que es mucho más práctico incidir en la herida abierta en el PP: favorecer el espíritu traidor del alcalde de Madrid, Alberto Ruiz-Gallardón (cada día más convencido de que sólo con la alianza del propio PSOE podrá salvar las reticencias que provoca en su partido y alcanzar La Moncloa): ambos han pactado la continuidad de Miguel Blesa por otros 6 años -hay un total de 19- en Caja Madrid. Su pacto depende, claro está, en la resolución del recurso judicial interpuesto por el Gobierno de la nación contra la ley de cajas de la Comunidad de Madrid, que dictaminará el margen de maniobra. Pero, en cualquier caso, Gallardón continuará con su acoso judicial e institucional a Aguirre en Caja Madrid, al tiempo que ZP frenará al Banco de España. Empeñados en tomar medidas en el caos de mando en que se ha convertido Caja Madrid, ZP y Gallardón se entienden: ambos son progresistas.

Y Miguel Blesa lo sabe aseguran en el PSOE. Por eso, el lunes 20 -Consejo de la Corporación, de la Fundación y de la propia Caja Madrid-, Blesa se mostró, por primera vez en meses, extraordinariamente relajado. Ya no hubo alusiones a los estatutos impuestos o al Estado de sitio, sino una feliz descripción de los hechos.

Y eso que Realia marcha fatal, que la mora está disparada, que la red no sabe a qué atenerse. Da lo mismo: Caja Madrid no la hunde ni Miguel Blesa. Su solvencia y rentabilidad caen en picado, su capítulo de insolvencias está disparado pero la entidad tiene los suficientes recursos como para cubrirlas, así que todos tranquilos.       

Eulogio López

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