El pasado viernes el Consejo de Ministros ha estudiado el anteproyecto de la lay que se ha conocido, por que así le quieren llamar los que están rehabilitando al Dr. Montes y los que utilizaron a Sampedro, como ley de muerte digna.
Dice el Gobierno que lleva adelante esta ley para tutelar la "dignidad de las personas enfermas". Olvidan que la dignidad de los enfermos es algo inherente a su condición de persona, ni el sufrimiento por lacerante que sea, ni cualquier otra situación negativa les resta un ápice de la grandeza infinita propia de cualquier hombre.
Dice el Gobierno que promulga este texto para evitar el ensañamiento terapéutico. Estoy de acuerdo en que hay que evitar siempre causar más dolor del necesario. Pero si ese es el propósito, la ley se antoja innecesaria. La praxis médica habitual ya evita con eficacia y sentido común el ensañamiento.
Se proclaman nuevos derechos: al tratamiento, a la privacidad, a la información, al respeto a las creencias. Buena parte de ellos son innecesarios, forman también parte de la práctica facultativa habitual. Habrá que ver cómo se concreta uno de esos derechos que se ha llamado derecho "a la toma de decisiones".
Por lo que se sabe hasta ahora da un cierto tufillo a eutanasia encubierta.
Jesús Martínez Madrid