El hecho de que el Papa emérito, Benedicto XVI, se dedique a partir de ahora aún más a la plegaria, escondido a los ojos del mundo, no significa que abandone a la Iglesia.
Como él mismo ha explicado, si el Señor le pide esto en este momento es para que pueda seguir sirviendo a la Iglesia con la misma dedicación y el mismo amor con el que lo ha hecho hasta ahora.
Lo hará de otra manera, en un modo más adecuado a su edad y a sus fuerzas. Y así, de esta forma nos da también una lección sobre el lugar que debe ocupar en nuestras vidas la oración, que es la que ha de reconducir nuestro camino a la acción y es la que ha de dar vigor a nuestra vida espiritual.
Suso do Madrid