La familia asturiana Tuñón fue una de las piezas clave de Hidroeléctrica del Cantábrico, la más pequeña de las cuatro empresas eléctricas españolas. Luego vinieron los cambios, y, con el intermedio forzado de Juan Miguel Villar Mir, HC pasó a manos de los portugueses de EDP.
Fue entonces cuando el fondo de inversión anglosajón CVC decidió ficharle, siguiendo el gran principio de los negocios: Si quieres conquistar un país, contrata a generales indígenas. Si están jubilados o han sido derrotados, casi mejor. Ahora, Tuñón se ha convertido en el hombre que consiguió "privatizar" la red de transporte de Iberdrola a CVC y encarecer esa red para su destinatario final y lógico, que era Red Eléctrica de España (REE). Tuñón dice que el sector necesita inversión, y que por qué razón esa inversión no puede ser extranjera.
Pues la respuesta es simple: porque la soberanía energética de un país es más importante que la soberanía monetaria, fiscal o laboral. Sin energía (si lo sabrán los venezolanos) no hay manera de crecer. Por ejemplo, Antonio Tuñón debería preguntarse si el fondo al que representa, CVC, está dispuesto a invertir lo que sea necesario (que es mucho) en la mejora de la deficiente red eléctrica del sur de España. A lo mejor resulta que no.