Soy profesora de centros concertados hace ya quince años. Durante estos años nos ha quedado muy claro a todos los que trabajamos en el sector que no somos funcionarios.
No lo hemos sido nunca cuando ha tocado decidir el horario laboral y las horas lectivas que trabajamos, unas cuantas más (7 a la semana) que las que se trabajan en los centros públicos, tampoco lo hemos sido nunca -funcionarios- en el momento de decidir los salarios que percibimos, muy por debajo de los de nuestros compañeros. Tampoco hemos sido considerados funcionarios cuando hemos querido participar en algún curso de formación o computar puntos para concursos de méritos en igualdad de condiciones.
Pero nuestro trabajo es vocacional y no era esencialmente necesario ser considerados funcionarios para intentar hacerlo bien y procurando mejorar cada día.
Aunque somos conscientes que el esfuerzo actual debe ser colectivo, me he sentido especialmente herida y débil cuando de repente, en el momento difícil, el Conseller Castells anuncia que se ha decidido inopinadamente aplicar el recorte salarial a nuestro sector.
Nosotros llevamos muchos años de esfuerzo económico continuado y callado, ante esta situación no deja de ser muy irónico y doloroso que se nos equipare en estas circunstancias, que son otra vez desfavorables y proporcionalmente más graves en nuestro caso.
María Serra Gómez