Peor todavía que el deseo y la necesidad de trabajar y no poder hacerlo es caer en la resignación y la desesperanza que sienten aquellos que entienden que nunca lo conseguirán.
El número de esas personas que ya no buscan un empleo porque creen que es imposible encontrarlo repuntó en el tercer trimestre hasta alcanzar la segunda cota más elevada desde el comienzo de la crisis. Según el INE, suman 444.100 personas (medio millón). Otra herencia trágica del Gobierno, dejando un potente colectivo al que además de trabajo necesita se le preste una atención especial.
Domingo Martínez Madrid