Mi más enérgica repulsa contra todos los parlamentarios, sean del color político que sean, que han permitido que ayer, 24 de septiembre de 2009, se vote una proposición no de ley en el Congreso de los Diputados para reprobar nada menos que a mucho más que un simple Jefe de Estado, como es el Papa Benedicto XVI.
Del acto de este jueves, que no tiene parangón y que pasará a la historia negra de la débil democracia nuestra, tiene culpa tanto el minúsculo grupo proponente, como el PP y el PSOE, además de PNV y CIU. Y ello por cuanto se tenía que haber inadmitido a trámite por la Mesa del Congreso de los Diputados. Por mucho que Ana Pastor diga lo que diga. No engaña a nadie.
A buen seguro que el proponente se considerará un demócrata, y no respeta derechos humanos básicos de cualquier persona, como lo es el de expresar libremente sus ideas y el de recibir la enseñanza religiosa acorde con las propias convicciones.
Creo que va siendo hora de que los católicos, que creo que somos mayoría en este país, tomemos nota de las acciones y omisiones de cada partido para actuar en consecuencia a la hora de votar.
No podemos seguir comportándonos como borregos, guardando silencio ante todo lo que está pasando. Es hora de salir a la calle y actuar en todos los frentes. El día 17 de octubre en Madrid tendremos ocasión de defender el primero y fundamental de los derechos, sin el que los demás no tienen sentido.
A fe mía que la valentía del tal Sr. Herrera es tal que hubiera hecho lo mismo si lo que dijo el Papa (por otro lado, nada nuevo y lleno de sentido) lo hubiera dicho un imán o miembro de otra religión. No hubiera dicho ni mu.
Pero claro se trata de la Iglesia Católica, y de ella se puede decir lo que se quiera, ridiculizarse, mofarse de ella, etc.
De lo ocurrido hay que extraer, como siempre, lo positivo, resumido a mi entender en el dicho: "Ladran, luego cabalgamos". Sería preocupante que los poderes de este mundo no se metieran con la Iglesia Católica, de modo que todo fueran parabienes. Algo no iría bien.
Ayer o anteayer Elena Salgado (otra "demócrata"), ya se metía con los obispos y su libertad religiosa y de expresión.
Antes de que termine el año tendremos la nueva ley de "libertad" religiosa. Se suprimirá el derecho a la objeción de conciencia. Se atacará a la Iglesia Católica por todos los frentes por los que se pueda, se revisarán los Acuerdos con la Santa Sede de 1979, etc.
Pero hay que ser optimistas. Hay muchas personas aún que, por desgracia, no se han enterado de que podrá haber tempestades, borrascas, huracanes..., pero que la barca de Pedro llegará a buen puerto. No podrán con ella. No lo han podido en más de veinte siglos. Y no será porque no lo han intentado.
A pesar de nosotros los católicos, porque si de nosotros dependiera ya estaba hundida... Porque somos borregos y cobardes.
A ver si algún día despertamos del letargo en el que nos encontramos y nos decidimos a luchar pacíficamente por aquello en lo que creemos. Con paz, alegría, serenidad. Con respeto a las personas. Pero con valentía y sin ceder en lo fundamental. Como hicieron los primeros cristianos.
Fernando Ferrín Calamita
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