Ante la celebración de noveno aniversario del 11-S se han producido unas reacciones disparatadas, alguien quería conmemorarlo quemando ejemplares del Corán en una iniciativa, condenada sin paliativos por la Iglesia y todos los dirigentes religiosos y políticos del mundo entero.
Todo esto se presenta interesadamente como si el hecho religioso fuese de manera natural fuente de conflicto y de ello quiero hablar.
La esencia de cualquier experiencia religiosa verdadera es el encuentro de Dios como padre de la entera familia humana, un hecho que llama a los hombres a reconocerse como hermanos. No olvidemos además, que existe también una fobia antirreligiosa fomentada por el laicismo agresivo, tan extendido en la avanzada sociedad occidental. Existen patologías de la fe y patologías de la razón, como ha subrayado Benedicto XVI. Hay fanáticos que someten la religión a un esquema ideológico y justifican la aberración de la violencia en nombre de Dios.
Pero también hay fanáticos en las diversas corrientes de pensamiento que han convertido el rechazo de Dios en un modo de exclusión social de los creyentes. El Papa está reclamando una purificación y un diálogo mutuo entre la fe y la razón que fortalezca la convivencia y la paz, y nos proteja de los fanatismos de uno y otro signo que nos amenazan.
Jesús D Mez Madrid