Recientemente se ha dado a conocer la declaración por la Unesco, del Tribunal de las Aguas de Valencia como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad.
Es algo que, como española y valenciana, me enorgullece. Es buena ocasión para sugerir a la ONU y sus organismos dependientes, así como a los gobiernos de los países que la integran -incluida España- que reparen en que el primer y principal Patrimonio de la Humanidad es la humanidad misma, con todos los seres que la integran.
Cada uno somos -en un momento determinado- elegidos para ocupar nuestro escaño en el consistorio de la Humanidad. Desde que recibimos la designación -en la concepción- hasta llegar a ocuparlo pasan unos 9 meses, y aunque algunos por diversas causas -siempre ajenas a ellos- no llegan al final, nadie tiene derecho -y menos su propia madre- a cerrarle el paso al puesto al que ha sido llamado.
Amparo Tos Boix
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