El lehendakari prefería dejar a Bildu fuera del proceso electoral
La sentencia del Tribunal Constitucional no solo divide a los partidos, sino que rompe al propio PSOE. Rubalcaba prefiere llamarlo "distintas sensibilidades", pero unos querían a Bildu en las elecciones y otros no.
El vicepresidente ha tratado de postularse como el principal adalid contra la presencia de ETA en las elecciones. Advirtió una y otra vez que los batasunos no estarían en las elecciones si no se desvinculaban de ETA o si no obligaban a ETA a abandonar la violencia. Rubalcaba apretó, pero nunca quiso llegar a ahogar, así que una vez permitida la candidatura por un órgano aparentemente independiente, acepta la también aparente derrota y señala que no cabe otra que acatar. De hecho, el número dos del Gobierno insinuó cierto descontento al asegurar que "acatar es simplemente acatar", pero la aprobación del TC permite al Ejecutivo seguir con su estrategia, con la esperanza de presentarse en 2012 como el responsable del fin del terrorismo en España. Es lo que en Hispanidad hemos calificado tantas veces como "el paripé de ETA".
Enfrente se encontró con un Patxi López que realmente deseaba ver a Bildu fuera del proceso electoral y que, por tanto, se ha convertido en principal escollo para Rubalcaba en su carrera hacia la Presidencia.
Tampoco cabe perder de vista al PP, que por un lado hostiga al Gobierno para seguir presentando alegaciones (Rubalcaba recuerda al respecto que el PSOE aprobó las reformas para impedir trampas electorales) y por otro mantiene el pacto con el PSE en el Gobierno vasco. Una postura aun más incomprensible.
Rodrigo Martín
rodrigo@hispanidad.com
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Patxi López se convierte en un escollo para Rubalcaba
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