Sin embargo, los argentinos están hartos de este par de ladrones autoritarios y decidieron darle el triunfo a Francisco de Narváez. Y es que el pueblo está harto de una pobreza combinada con la corrupción oficial y de una prepotencia pública combinada con inseguridad privada. Buenos Aires se parece cada vez más a Río de Janeiro, a México o a Caracas.
Entendámonos: el empresario Narváez nació en Colombia, por lo que nunca podrá ser presidente de la nación. Más que ganar él, ha perdido Kirchner. Es más, quien sí ha ganado es el gobernador, alcalde -como quieran llamarle- de Buenos Aires, Mauricio Macri, que sí sueña con alojarse de la Casa Rosada.
Ni Narváez ni Macri son políticos que amen los valores no negociables. Son dos posibilistas, pero, al menos, no tan corruptos ni tan enemigos del bien común -cuarto valor no negociable- como el matrimonio cleptómano. Pero, al menos, ambos son capaces de llevar en su mochila a algunos colaboradores que no tienen miedo de defender esos principios. En el caso de Macri su todavía número dos, Gabriela Michetti -verdadera esperanza de Argentina- la parapléjica vicejefa del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires. Michetti sí es la esperanza de un país que siempre evoca el Poema del Mío Cid
El día de la vocación, una emisora de radio se puso en contacto con ella:
-¿Dónde estás, Gabriela?
-A punto de entrar en misa -contestó la aludida.
Silencio dolosos. El locutor se recupera al fin y pregunta:
-¿Usted va a misa y comulga?
-Y confieso también.
Naturalmente, los más sesudos analistas políticos argentinos, que son tan cegatos como los españoles, consideran que Gabriela no tiene la suficiente experiencia política aunque, naturalmente, valoran en mucho su afán de superación. Do you understand, baby?
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com