Sólo el tiempo demuestra que los atentados contra los derechos humanos, y el derecho a la propiedad es uno de ello, sólo sirven para enrarecer las cuestiones. Un año de corralito, o vulneración flagrante de la propiedad privada, en la Argentina no ha servido para nada. El reciente acuerdo entre el gobierno de Eduardo Duhalde y el Fondo Monetario Internacional, dirigido por Estados Unidos y gestionado por alemanes, sólo ha servido para empantanar a la que fuera la nación hispana más próspera y la que contaba, y aún cuenta, con mejor cualificación técnica.

Dicen en Washington, los coordinadores del Sistema Financiero Internacional, que la prórroga concedida a La Argentina es demasiado generosa y que puede crear precedentes. Sin embargo, en la argentina hay hambre y malnutrición infantil. Es más, ni tan siquiera la parte más dura de las habituales píldoras amargas que receta el FMI se ha cumplido: el Gobierno Duhalde ha hecho de don Tancredo y prolonga la agonía. En pocas palabras: el peronismo está pendiente de las próximas elecciones y se ha negado a afrontar la reducción del gasto público, y la nómina del funcionariado, un auténtico robo al resto de la nación y una bolsa de corrupción. El FMI no ha conseguido nada, ciertamente, pero es que tampoco ha ofrecido casi nada. La agonía continua.