En Canadá, la Comisión de Derechos Humanos tiene que recordar que criticar el activismo gay no es homofobia
Desde hace varias semanas, la diputada norirlandesa Iris Robinson, esposa del primer ministro de la región, Peter Robinson, está siendo investigada por la policía acusada por grupos de gays y lesbianas de "crimen de odio". En una entrevista a la BBC Radio Ulster, Robinson afirmó que la homosexualidad "no es natural y mis convicciones cristianas me dicen que es una abominación". Recomendó a los homosexuales someterse a tratamiento psiquiátrico, "porque la orientación sexual puede corregirse" y concluyó recomendándoles a los activistas gays acercarse a Dios enmendando su vida para obtener su perdón. Tal y como recoge Noticias Globales, la diputada del Democratic Unionist Party (DUP) ha denunciado la caza de brujas a la que se están viendo sometidos los cristianos que se expresan libremente.
Pero la caza de brujas no es local, ni siquiera exclusivamente europea. En Canadá, un activista homosexual llevó a los tribunales a la revista Catholic Insight por afirmar que el lobby rosa es un grupo que trata de "tomar el control de las principales instituciones de la sociedad". La Comisión de Derechos Humanos ha entendido que se trata de una crítica a los objetivos y no a los individuos. Esta vez ha primado la cordura en Canadá, pero el invento de la homofobia sigue siendo usándose arma arrojadiza contra quien se atreva a criticar el homosexualismo.