Tengo gran aprecio por la Universidad de Navarra. Soy sacerdote y he asistido con frecuencia a los Simposios Internacionales de Teología que se han celebrado allí, así como a las Reuniones Filosóficas.
Sin embargo me ha causado una gran sorpresa y una profunda pena y tristeza conocer que la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Navarra haya invitado para conmemorar los 50 años de esta Facultad precisamente a dos periodistas que dejan mucho que desear en el aspecto ético, tan importante de modo especial para el desempeño de la grave responsabilidad de la información.
Realmente ha sido una perplejidad enterarme de tal elección y me resulta del todo injustificable e impensable. Me parece que una vez más se cumple aquello de que los hijos de las tinieblas son más astutos que los hijos de la luz, pero en este caso elevado a la enésima potencia porque los hijos de la luz no solo han sido menos astutos sino algo más que ingenuos: un perfecto ejemplo de estulticia. No puedo definir de otro modo el agasajar, encumbrar, o dar protagonismo a personajes que continuamente están atacando a la Iglesia, al Santo Padre y que están alineados con posturas claramente contrarias a la moral natural, por no entrar en las manipulaciones que desde sus respectivos medios llevan a cabo en contra de la verdad y los que la defienden.
Por eso, aunque sirva de poco, quiero expresarles mi más rotundo rechazo y mi más enérgica protesta por esta decisión que considero no solo equivocada sino absolutamente necia de dar voz, micrófonos y notoriedad a personajes como estos. El prestigio de la Facultad de Ciencias de la Información y el de la propia Universidad queda, lamentablemente, al nivel del prestigio que estos señores tienen. Me parece que la elección no podía haber sido peor y más desafortunada. A no ser que la Facultad y la Universidad de Navarra haya decidido dejar a un lado las convicciones cristianas y el ideario para adoptar las actitudes de estos personajes a los que encumbra, aplaude y honra haciéndolos protagonistas del evento de la celebración de los 50 años de la Facultad.
Pareciera que hubieran olvidado lo que el mismo San Josemaría escribía en Camino: "Servir de altavoz al enemigo es una idiotez soberana; y, si el enemigo es enemigo de Dios, es un gran pecado. Por eso, en el terreno profesional nunca alabaré la ciencia de quien se sirve de ella como cátedra para atacar a la Iglesia" n. 836.
Cosas veredes, amigo Sancho.
Con profundo dolor y pena les envío mi más sentido pésame.
José Gil Llorca
ioseph30@gmail.com