- En dos semanas han cambiado de manos 100 millones de euros en bonos convertibles de la compañía, con un descuento del 65%.
- Alguien los está comprando como loco, y Sousa sospecha de Carceller.
- También acusa al dueño de DISA de negociar con un socio alemán.
- A todo esto, la banca avisa: no dará ni un duro hasta no conocer las cuentas.
- Y nadie entiende por qué Sousa está tratando tan mal a los bancos.
- El consejo se reúne este jueves: el viernes finaliza el plazo de la CNMV para que la compañía presente sus resultados.
La cuestión es la siguiente: Pescanova ha realizado tres emisiones de bonos convertibles por un monto total de 369 millones de euros de nominal. De ellos, 100 millones han cambiado de manos en apenas dos semanas en el mercado secundario, donde cotizan con un descuento del 65%. ¿Qué significa esto Pues que alguien está comprando como loco bonos convertibles de Pescanova.
Y el presidente (todavía) de la compañía, Manuel Fernández de Sousa (en la imagen) sospecha de Demetrio Carceller, que estaría aumentando así su participación en la empresa. Ciertamente, el hecho de comprar muchos bonos convertibles en poco tiempo es legal, pero si el comprador es Carceller, estaría actuando con información privilegiada. Para que nos entendamos, estaría comprando barato.
El caso de la BBK es distinto. La entidad fue la primera que se negó a renegociar 15 millones de euros, y fue el detonante de todo lo que ha venido después.
Pero volvamos a Carceller. Sousa le acusa, además, de negociar con un socio alemán para hacerse con la empresa. Hablamos del grupo Oetker, multinacional líder de la alimentación y del transporte marítimo. De hecho, esta empresa alemana es accionista de Damm y de Ebro Puleva, donde curiosamente también está Carceller. Para que se hagan una idea, el grupo germano facturó algo más de 10.000 millones de euros en 2011.
Si se cumplen los temores de Sousa, estaríamos ante otro ejemplo típico del cainismo español: dos empresarios que se pelean por una empresa que al final pasa a manos extranjeras. Ya sucedió, por ejemplo, con Endesa.
A todo esto, la banca ya ha avisado: no está dispuesta a soltar ni un duro hasta no conocer los números y el plan de refinanciación y reestructuración de la empresa, hecho que podría suceder este próximo lunes.
El caso es que este viernes expira el plazo dado por la CNMV a la compañía para que presente sus cuentas. Si el supervisor las da por buenas, los bancos podrían tenerlas en sus manos el mismo viernes o, lo más tardar, el próximo lunes. En cualquier caso, nadie entiende que Sousa esté tratando tan mal a los bancos. En su situación, lo normal sería hablar con ellos todos los días, anunciarles planes de futuro, llevarles números aunque no fueran oficiales… pero es todo lo contrario.
Sea como fuere, este jueves hay consejo de administración, precisamente porque el plazo de la CNMV expira un día después. En este consejo puede suceder de todo. Aunque, pase lo que pase, de lo que no hay duda es de que la actitud de Sousa resulta sospechosa, y la de Carceller peligrosa.
Pablo Ferrer
pablo@hispanidad.com