Sr. Director:
La Real Academia de Bellas Artes se ha permitido lanzar un ataque desaforado contra las pinturas de la Catedral de La Almudena y, de paso, contra el cardenal Rouco. Resulta llamativo que haya estado tan sumisa en asuntos como el descuartizamiento del claustro de los Jerónimos y ahora saque los pies del tiesto criticando un simple aspecto decorativo de la Catedral.
¿Por qué los académicos no criticaron la horterada de decoración pictórica de la Casa de la Panadería de la Plaza Mayor, que se encargó a dedo a un pintor de tercera fila por un montón de millones? Por la virulencia del ataque de la Academia parece olerse el tufillo masónico de bastantes de sus miembros, como su tesorero Navascués o el pintor Julio López, aunque éste último intente disimularlo.
Sergio Martínez
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