Es más, no estaría de mal una aparición, visión y revelación privada, todo a un tiempo, dedicada especialmente al requiriente: "Lo ve don Pío, aquí estoy, presente ante vos: pregúnteme lo que quiera y solucionaré todas sus dudas". Evidencia, muchachos, evidencia, si quieren que ponga en juego mi creencia. Ahora bien, si Dios fuera evidente la fe no sería necesaria.
Lo malo, señor Mora, es que quien impone la norma es el Creador, no el creyente. Y entonces, don Pío, hay que recordar el versículo 16 del capítulo 16 del evangelista Marcos: "Quien creyere y se bautizare se salvará, más el que no creyere se condenará". Y luego está el evangelista Juan (3, 18-21) más puñetero: "El que cree en Él no es juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no creyó en el nombre del Unigénito Hijo de Dios".
Vamos, que lo de solicitar evidencias se queda en fuera de juego.
Entonces, ¿Dios es injusto, abusa de su poder de creador? Nos lo explica a continuación el Zebedeo: "El juicio consiste en que vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Porque todo el que obra mal aborrece la luz, para que sus obras no sean reprendidas".
Dios no es culpable de que usted no crea don Pío. Y además, la fe es el resultado de la caridad, no al revés. Al final, a ningún justo se le niega la fe.
Ergo, ¿somos culpable de ateísmo o agnosticismo? Sí, lo somos.
Pero mucho mejor que yo lo explicaba el genial René Goscinny, en su genialidad asterixiaca, cuando un médico romano, en plena orgía, pronuncia la siguiente sentencia: "Esto de que los dioses se comporten como si fuesen amos tiene que acabarse". Di que sí.
Eulogio López
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