Sr. Director:

Los católicos debemos participar en la vida pública por dos razones: por una parte, nuestra vocación es de servicio y éste es un servicio social; por otra, participar en la vida pública es un modo de transmitir el Evangelio de forma práctica.

Pero ambas razones nos comprometen a participar de una forma específica: con espíritu de servicio y como modelo de vida evangélica. El católico que se apunta a la política no puede hacerlo como está al uso: más para servirse de ella, que para servir a los demás; y sus propuestas electorales tienen que basarse más en la búsqueda del bien común, que en el afán de ganar votos para perpetuarse en el poder.

En España estamos en pre-campaña electoral; pero vemos que ninguno de los partidos relevantes [los que tienen auténtica presencia social] cumple los anteriores requisitos: sin excepción, pretenden servirse de la política; y para conseguir los votos necesarios son capaces de cualquier cosa.

No obstante, hay católicos declarados entre los miembros relevantes de los partidos españoles; en algunos partidos, muy especialmente. Entonces ¿por qué no se cumplen en esos partidos los requisitos de servicio y bien común? Quizás sea porque la mayoría de los católicos, al poco de llegar al mundo de la política, ya están más preocupados por los intereses de su partido que por los motivos que les llevaron a la política: ...si de todas formas no iba a conseguir cambiar nada, mejor que esté yo a que me sustituya un ateo..., se dicen.

Esta es la falacia que les permite seguir en partidos e instituciones que atentan directamente contra su fe. Y esto es tremendamente falso, porque para hacer -o consentir- el mal es mejor que el responsable sea un ateo, a que sea una persona con etiqueta católica: porque el ateo, ni escandaliza ni compromete su fe; pero el católico que consiente con su voto y apoyo público ese mal, escandaliza y prostituye su Fe.

¿Cómo debe comportarse un político católico ante el actual panorama? Pues está muy claro: o actúa coherentemente con su fe, o se retira... aunque eso le cueste el puesto de trabajo.

¿Cómo debe comportarse un votante católico? Pues está igual de claro, buscando con su voto defender los valores evangélicos, o votando en blanco... aunque eso suponga la derrota del partido que más defiende sus intereses personales.

Por supuesto, estoy hablando de política; pero no es mi intención hacer política, sino tratar de transmitir la Doctrina Social de la Iglesia al respecto.

José Alberto Fernández López

jalbertofl@terra.es