Sr. Director:

Acabo de leer su contestación acerca del mal menor que planteaba un lector en relación con el aborto y dar su voto al PP.

Hay algo que me ha llamado poderosamente la atención.

Dice usted, si le he entendido bien y con otras palabras, que la opción ante el hecho de que no exista ningún partido al que podamos (por católicos) o queramos votar es la de votar en blanco, que esta es la opción digna porque está dentro del sistema.

Pero dígame, ¿por qué iba esta opción a ser más digna que la de simplemente no acudir a las urnas? Con el voto se presuponen - o deberían presuponerse - una serie de garantías, la primera fundamental: el respeto y la protección de la vida de los seres humanos inocentes y es que en caso de no darse se niega claramente la seguridad ciudadana y con ello desaparece toda justificación de la existencia de una clase política a la que mantenemos. Si la defensa de lo mencionado cabe legal y políticamente en nuestro sistema al igual que sabemos que cabe la destrucción del mismo, es que el sistema es una auténtica tomadura de pelo y no votar es la única opción que nos queda. O que simplemente ya va siendo hora de renunciar a la defensa de sistemas y aplicar el bien y sentido común.

Cristina Negro Konrad

crisneko@gmail.com