El dictador venezolano Hugo Chávez, ese tirano repugnante que juega con la desesperación de las familias de los secuestrados por las FARC, decidió un buen día apropiarse del 60% de los activos de las petroleras que operaban en Venezuela. La verdad es que un país bien derecho, no ya al 50%, sino al 100 por 100 de los recursos de que alberga en su territorio. Ahora bien, la seguridad jurídica consiste en cumplir la palabra dada. Por tanto, si se quiere modificar una situación hay que hacerlo por consenso entre las partes o esperando al vencimiento del acuerdo en vigor.

Chávez es un tirano, por lo que hizo el cambio a lo bestia, de forma unilateral. Alguna petrolera, como la española Repsol, aceptaron el choriceo, mientras otras, como la norteamericana Exxon, se ha enfrentado al Régimen y ha pedido el embargo de sus activos en el exterior.

¿Por qué Exxon se atreve con el dictador bananero, y majadero, mientras Repsol se achanta? La respuesta más sencilla es porque Estados Unidos es un país mucho más poderoso que España. Y es cierto, claro está. Ahora bien, una respuesta más concreta está en CITGO, filial de PDVSA, es decir, de Chávez, que cuenta en Estados Unidos con 5 refinerías y 20.000 gasolineras.

Esto es, no se trata de que Estados Unidos sea más poderoso, sino de que Exxon tiene dónde embargar a Chávez, mientras que España sólo podría embargar la embajada y el consulado venezolano en Madrid.

Todo ello no quita para que Repsol YPF adopte una actitud más enérgica ante los países que no cumplen sus compromisos. Ahora bien, nadie respetará a la empresa española si detrás de ella no ve el respaldo del Gobierno español. Y créanme: ese respaldo no existe. Entre otras cosas, porque es el Gobierno español a quien no se respeta en el mundo.

En el entretanto, el dueño de CITGO, no propietario, sino dueño, prosigue su babosa tarea con el grupo asesino FARC -de guerrillero nada, terroristas dedicados a la extorsión, el secuestro,  el narcotráfico-. Apenas unas horas antes un grupo de liberados por las FARC agradecían emocionados al caudillo bolivariano y energúmeno las gestiones para su liberación. Me alegro por ellos, pero cuando sean libres, deberían reflexionar sobre el hecho de que a esos canallas que les ha tenido en la selva durante 6 años, son a los que Chávez califica como libertadores y pretende que la Unión Europa les retire de la lista de grupos terroristas. Es lo que tiene el síndrome de Estocolmo, perversidad psicológica de muy difícil erradicación, que confunde al verdugo con el libertador. Las víctimas no le deben nada, y mucho menos gratitud, a Chávez: son las FARC, y el aprovechón Chávez, los que están en deuda con ellas. La verdad, me provocan arcadas observar a este miserable aprovecharse del dolor ajeno.

Eso sí, con Exxon mucho cuidado: hay que salvar a CITGO.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com