Bueno, no volvemos, puesto que retroceder en el tiempo no ha sido posible aún, pero valga la metáfora de mi titular de hoy por cuanto relataré.
Mi esposa y yo contrajimos matrimonio en la primavera de 1963 (aún convivimos juntos); conformamos una familia de las que entonces se denominaban "acomodadas"; si bien "el acomodo nuestro", era mi incansable trabajo (de día y de noche) como comisionista libre y haciendo más kilómetros que un camionero, por lo que y como comercial autónomo, era una vida de aventura, pero hermosa de verdad, puesto que pasados los miedos del inicio, los horizontes se fueron abriendo y se ganaba bastante dinero y apenas se pagaban impuestos... "es por lo que no te pesaba trabajar diez, doce o catorce horas al día", simplemente trabajabas para ti, aunque también para la nación... "puesto que la prosperidad de las fábricas de lo que tú vendías, las poníamos en marcha desde lejos, los que como yo (miles y miles) recorríamos España, "armados con una sonrisa, un bolígrafo, el bloc de pedidos y... los muestrarios".
Pude comprarme mi primer coche incluso antes de casarme (meses antes)... sencillamente, era mi más necesaria herramienta de trabajo.
De inmediato, y como se aproximaba el verano, compramos nuestra primera nevera portátil; era de plástico flexible y cerraba con una cremallera que cubría sus tres cuartas partes; con ella, mi esposa y yo y luego nuestros hijos (nos duró muchos años) disfrutamos de bebidas frescas y fiambres bien conservados (frutas también) y principalmente en las playas, donde desde entonces fuimos... era una forma de ahorrar dinero, puesto que pronto tuvimos tres hijos y había que hacer economías si de verdad queríamos disfrutar aquellas vacaciones en la playa.
Empezaron siendo ocho días y terminaron siendo los treinta y uno de agosto; hasta que se pudo comprar un piso en la costa de Málaga; cosa (entonces) al alcance de infinidad de familias españolas y de simples empleados, medianamente situados y con la ayuda de los ahorros de la señora que quedaba en casa, "ganándose su propio sueldo administrando bien y cuidando como una verdadera madre a la prole que venía"... "la familia, entonces; aún se mantenía de la forma tradicional"... "hoy y salvo excepciones... a la vista está como marcha la familia y todo lo que gira sobre ésta".
Aquellas neveras portátiles, fueron proliferando y avanzando en tecnología, así hasta llegar a "verdaderos muebles nevera", que podían contener todo lo necesario para un día completo en la playa (o campo) y sin necesitar ir "al chiringuito", bar o modesto restaurantes cercanos. Luego desaparecieron y nunca más se supo de aquellas neveras, que quedaron para los vendedores ambulantes que en la playa "y a buen precio", te vendían la cerveza o el refresco, cargados con enormes frigoríficos portátiles.
Pero cuando escribo, vuelve una de mis hijas que con su familia (son cuatro miembros) han pasado dos semanas en el citado piso que arriba indico y el que disfrutamos cuatro familias... y con sorpresa, nos comenta... ¡¡Han vuelto las neveras portátiles a la playa!! Detalla que abundan las mismas, lo que nos dice bien a las claras que las cosas van mal y que todo aquel que puede volver a la playa (que cada vez son y serán menos y ello va para muchos años venideros) "tiene que hacer más números que Pitágoras", ahorrando en todo; y la nevera portátil es un elemento de ahorro notable por demás... "pobres los chiringuitos de la playa, puesto que lo van a pasar canutas, por la falta de dinero"; puesto que si en la época en que yo era joven, había un chiringuito cada uno o dos kilómetros de playa... hoy, son tan numerosos, que en algunas zonas, simplemente están... "como los chalés adosados".
Y es que por cuanto dicen los que se sinceran al hablar... "la playa ya ha vuelto a ser un lujo para pocos" y salvo algunos fines de semana, o el familiar que te acoja en su vivienda playera, la inmensa mayoría de españoles han vuelto a la situación de hace "medio siglo", o peor, puesto que entonces había amplísimos horizontes, hoy es que no hay ninguno para inmensidad de españoles.
Me lo confirma recientemente el dueño del modesto bar (familiar) en que suelo desayunar, al que le pregunto... "¿Cerrará usted la segunda quincena de agosto como de costumbre? Y este hombre (que trabaja como yo arriba digo, ayudado por un hijo suyo) me dice sonriendo con cara de circunstancias... ¡¡Qué va, este año sólo faltaré del 15 al 19... "el puente de agosto"!! Añadiendo a renglón seguido... "no está el horno para bollos... este año"; lo que traducido a la realidad y que yo observo, es que el negocio le ha mermado y en cantidad que... "sólo él sabe".
Y así estamos... o mejor dicho, así nos tienen, los que pretenden recaudar más subiendo impuestos y echándonos más cargas impositivas de todo tipo (hoy se pagan los carburantes a precios ya estrambóticos y la mayoría del precio son impuestos). Hoy igualmente oigo por los noticiarios que estos inútiles han recaudado un diez por ciento menos en el "famoso y terrible IVA" (que es por lo que nos lo suben también estrambóticamente a primeros del mes que viene y dice que aún más en 2013).
Y (también) con la brutal subida del expoliador "Impuesto sobre las rentas" (IRPF), sólo han logrado recaudar un dos por ciento más... o sea un rotundo fracaso más, a los infinitos con que ya cuentan en esa cuenta... "del debe", puesto que son ellos los que nos deben a nosotros.
A pesar de todo ello, andan "como pisando huevos" en recortes que debieran realizar no de esa forma, sino... "como hace el barbero cuando afeita con la afiladísima herramienta para dejar un buen rasurado"; aquí los parásitos siguen siendo tan abundantes... "como las arenas que sostienen esas neveras antes mentadas.
Antonio García Fuentes