A ver si la progresía se va a haber equivocado con el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez. Porque nada tan mortífero como el halago, y el Gobierno Zapatero y el ambiente informativo imperante (PRISA, El Mundo, Vocento), toda la progresía de izquierdas y derechas cantó las loas de un hombre tan dialogante como Blázquez, no se sabe si para agradar al nuevo o para enterrar a su antecesor, monseñor Rouco.
Según los tópicos de la progresía, Blázquez el dialogante, frente al cavernícola Rouco.
Pues bien, va a el tal Blázquez y lo primero que hace es lanzar la campaña Todos fuimos embriones, justo cuando el Gobierno Zapatero acaba de lanzar la mayor tropelía contra los seres humanos más indefensos, todo ello en nombre de la ciencia. Tan es así, que la prensa adicta al Imperio de la muerte se ha visto obligado a reinterpretar la campaña. Ejempl Vocento-ABC, el grupo progre-capitalista, ha titulado : La Iglesia tilda de inaceptable el estudio con células embrionarias. Tres mentiras en diez palabras, que no está mal. En primer lugar, la Conferencia Episcopal Española tilda de inaceptable. Lo que dice es que matar un embrión es un homicidio porque No se puede matar a seres humanos. O sea, señora baronesa, algo más que inaceptable.
En segundo lugar, la Iglesia no condena ningún estudio, sino la aniquilación, fumigación, troceamiento y destrozo de un embrión humano. Si se tratara de estudiar, o investigar, la Iglesia aplaudiría con entusiasmo.
En tercer lugar, no estamos hablando de células embrionarias (como diría el inefable director de Informativos de RTVE, Fran Llorente, un conjunto de células), sino de embriones, es decir, de seres humanos pequeñitos; peor, con toda su identidad genética, porque la ley socialista es un atentado contra la dignidad humana, y por que donde hay un cuerpo vivo, hay un ser humano con una dignidad inviolable, aunque sólo tenga un día, y debe se respetado desde su concepción. No, la Iglesia española habla más que de célula, queridos amigos del ABC.
Naturalmente, la ministra de Sanidad, Elena Salgado, se ha preocupado. Ella pensaba que la jerarquía eclesiástica (cuando la metedura de pata de Martínez Camino con el condón, Salgado saluda el cambio de la Iglesia; ahora vuelve a ser la jerarquía eclesiástica, siempre alejada del pueblo) estaba más cerca de los ciudadanos. ¡Qué disgustos nos dan estos curas, doña Elena...!
Pero, habrá que insistir que la matanza de embriones comenzó con el Partido Popular y con la nefasta Ana Pastor, entonces ministra de Sanidad, que echó al fuego de la vanidad científica, a los embriones sobrantes de la fecundación asistida. Ahora, con la campaña Todos fuimos embriones, se echan de menos aquellos profesores universitarios, aquellos bioquímicos, aquellos médicos, tan católicos, que prepararon el envoltorio para que la espantosa ley del Gobierno Aznar fuera tragada por la jerarquía, con aquellas teorías tan espléndidas y tan científicas según las cuales el ser humano no existía sino unas hora (¿por que no días, o meses, o años?) después de la concepción.
Ahora sí, ahora la Iglesia española, y la jerarquía eclesial española, se sitúan donde deben, en la doctrina de Magisterio y en la defensa del más débil. E incluso lo hacen con valentía. Ahora sí que profesores, médicos, científicos y académicos deberían aplaudir a la Conferencia y al secretario y portavoz de la misma, Juan Antonio Martínez Camino, y apoyarle, y secundarle. Y dejar de decir chorradas en el ABC, en El Mundo o en El País, para ser admitido en los templos de la progresía.
La Iglesia, incluso, ha acertado en las formas (que es donde siempre falla). En efecto, durante la presentación de la campaña Martínez Camino ha denunciado que todo el montaje de la investigación con embriones no ha curado ni un catarro. Camino habló de expectativas absurdas. Tiene toda la razón. A la gente se le esta engañando para satisfacer la vanidad y llenar el bolsillo de un grupo de investigadores sin escrúpulos, verdaderos miserables que juegan a ser dioses.
Y luego vino la sentencia: No se puede eliminar a seres humanos para beneficiar a otros, sobre todo porque no hay expectativas terapéuticas inmediatas, ni a largo plazo. Y aunque hubiera, no se puede matar a seres humanos. Ahora sí, padre Martínez Camino, ahora sí: reciba usted el aplauso de todos los que creemos en la vida, cristianos, ateos o mediopensionistas.
¡Y qué horror, doña Elena! Ahora resulta que el tal Blázquez les sale rana. Y no se engañe, ya sabe: Por sus frutos los conoceréis. ¡Qué duro es ser progresista, Señor, Señor!
Eulogio López