Obama acaba de decirles a los líderes de los 20 países más poderosos del mundo, en Londres, a actuar con sentido de urgencia ante al crisis. Lo dice él, que el mayor fracaso contra la crisis. En la city financiera mundial y sobre todo, en el mundo empresarial, existe ya el consenso generalizado de que el plan Obama de salvamento no es más que un pozo sin fondos. Exactamente igual al de Brown. Se está premiando al especulador, al mismo que nos quitó el dinero.
De hecho, las medidas franco-alemanas son más lógicas, aunque caminen en la misma dirección equivocada. Mientras Washington y Londres ofrecían respiración asistida a los intermediarios financieros con dinero de los contribuyentes, Alemania y Francia ofrecían respiración asistida a sus industrias, por ejemplo a la automovilística, ya sea por el sistema de subvencionar a los consumidores o a los fabricantes. Esto último -caso germano- ha dado mejor resultado.
Y unos y otros, anglosajones y continentales han sido injustos con el contribuyente, antes llamado pueblo soberano: le han obligado a pagar los errores de los demás.
Obama ha intensificando los planes de salvamento de George Bush sin salvar nada. Su política económica se ha convertido en un pozo sin fondo a beneficio de especuladores y apalancadores. Por eso, aunque su capacidad para la propaganda le lleve a repetir, con Zapatero, que ya se ve la salida del túnel aunque seguimos circulando en completa oscuridad. ¿Por qué se iba a acabar la crisis si ni nuestros gobernantes caminan en dirección opuesta a la salida?
¿Cuál era la alternativa? La de la justicia: el que la hace la paga, aunque, como siempre en economía, paguen inocentes por culpables. En definitiva, que los bancos y las empresas que deban quebrar, pues que quiebren. Al Estado le queda el doble papel:
1. En el caso de los bancos salvaguardando unos límites, el dinero depositado en las entidades financieras de los ahorradores, que no el de los inversores.
2. En el caso de las empresas, contribuir al salvamento de las estratégicas, es decir, aquellas que prestan servicios esenciales para la comunidad, pues estamos ante una crisis de origen financiero, las que menos están sufriendo la crisis. Por ejemplo, las energéticas o las alimentarias.
Pero quede claro, tanto en un caso como en el otro, las que tengan que quebrar, que quiebren.
Junto a ello, impulsar nuevas políticas económicas.
La necedad inmensa de este desastre con patas que gobierna en España o del otro desastre telúrico que gobierna en Estados Unidos nos han trasladado la genial idea de que a partir de esa cumbre, como por ensalmo, comenzará a remontar la crisis. ¿Por qué? Nadie lo sabe.
¿La crisis será eterna? No, pero no la solucionará el G-20, sino usted y yo, a costa de trabajar más y cobrar menos. Lo malo es que algunos no pueden cobrar menos de lo que cobran sin pasar de la santa pobreza a la puta miseria. Y entonces llegarán los estallidos sociales, que, no lo duden, aún no han comenzado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com