Carmen del Riego, la periodista de La Vanguardia ha recibido el premio Luis Carandell de manos de doña Letizia de Borbón. En el acto de entrega, su discurso fue muy duro con la profesión periodística actual pero, sobre todo, con la prensa electrónica, tan falta de "rigor".
Para que lo entiendan, para algunos periodistas la prensa tradicional, la de papel, representa el buen periodismo, el de internet es cosa de aficionados. Qué curioso, porque la prensa papel está muerta y su salida de la tumba se llama Internet. Naturalmente, Carmen del Riego no aludía a las ediciones electrónicas de la prensa tradicional sino a la prensa independiente de internet.Es decir, la prensa que ha devuelto el pluralismo informativo al lector, antes controlado por un oligopolio de grandes editores.
Además, Carmen del Riego insiste en recordarle al periodista "lo que significa estampar su firma en una crónica: profesionalidad y rigor". Esto también es sintomático. Como hemos renunciado a la verdad -la verdad no existe, sólo la de cada cual- hablamos de rigor. Pero, ¿de qué vale el rigor sin la verdad El rigor sólo puntualiza, sólo apuntala a la verdad como ésta apuntala la certeza, pero se puede ser muy riguroso y muy mentiroso.
Y lo cierto es que la prensa independiente de Internet ha supuesto una explosión de libertad, dado que un pequeño grupo de periodistas puede poner en marcha una WEB, mientras que sólo los millonarios pueden imprimir un periódico, y sólo los millonarios que además, tengan el suficiente poder para que el Estado les otorgue una concesión de radio o de televisión, pueden poner en marcha una emisora o un canal de TV.
Bajo la muy deontológica exigencia de excelencia profesional lo único que ha hecho Carmen del Riego es defender un oligopolio informativo que Internet ha contribuido a tirar abajo… afortunadamente. Es cierto que, en principio, cuando un medio cuenta con un centenar de redactores puede ser más riguroso -yo diría que, sobre todo, más amplio- que uno que cuenta con diez. Pero eso no significa que el grande sea más sincero que el pequeño. Al contrario: el grande está atado por más compromisos con los poderes culturales -los más peligrosos de todos- económicos y políticos que los minimedios de internet.
Y también es cierto que la explosión de blogueros con ganas de informar ofrece en internet mucha paja y bastantes majaderías y alguna impunidad. Claro, porque los grandes multimedia se cuentan con los dedos de una mano mientras los blogueros son miles. Es el precio la libertad. Pero conste que la verdad, mucho más que el rigor, se mueve con mayor soltura en lo pequeño que en lo grande.
Eulogio López
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