Ahora me entero de que existen los preparacionistas. Especialmente en Estados Unidos, donde han vuelto a ponerse de moda con la matanza de Newtown. No se preparan para el fin del mundo sino para el caos mundial. Para una acracia en la que habrá que defenderse a tiros del vecino. Al parecer, acumulan agua, alimentos y productos de primera necesidad para el momento en el que toda autoridad haya desaparecido e impere la ley de la selva. Unos tipos alegres, si ustedes me entienden.

Pero ni doctrina ni sectas surgen porque sí. Los preparacionistas no son sino personas cuyas sensaciones van más allá de los parámetros simples en el que nos desenvolvemos los periodistas. Si serán simples que suelen ser políticos o económicos. Los preparacionistas son más profundos que nosotros: comprenden que la corrupción -es decir, el pecado- ha marcado tales cotas de podredumbre, incluso de podredumbre institucionalizad, que los gases hediondos pueden estallar en cualquier momento. No saben cómo van a estallar pero presienten que estén en el punto de no retorno.

Ahora bien, donde fallan es en la respuesta, que no consiste en armarse hasta los dientes, entre otras cosas porque puedes sentir la tentación de utilizar las armas preparadas como preventivas.

En cualquier caso, la respuesta cristiana ante lo que seguramente se avecina -que no es el fin del mundo, pero sí un correctivo ante la corrupción del hombre- no es armarse sino abandonarse en manos de Dios: confiar en Cristo.

La actitud lógica de un cristiano, sea ante el fin del mundo, sea ante la ley del más fuerte es la misma que, quizá no por casualidad, ha ido surgiendo entre los místicos actuales (por ejemplo, entre Faustina Kowalska, el apóstol de la Divina Misericordia. Polonia, 1905-1938): "Jesús, en ti Confío".

El cristiano no tiene vocación de verdugo sino de mártir. Y se necesita mucho más valor para lo segundo que para lo primero. A los preparacionistas no hay que convencerles de que el orden está asegurado quitándoles las armas de forma tan coercitiva como la que ellos aplican para sobrevivir. La única forma de reducir la violencia en el mundo se llama Cristo.

Eulogio López

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