Como Juan Luis Cebrián es un hombre más amante del rigor que de la verdad, en la mañana del jueves se plantaba ante los accionistas de PRISA y les contaba que ya había refinanciado la deuda de 1.835 millones de euros, esto es, conseguida una prórroga de los bancos -HSBC, BNP, Santander, Banesto, Caixa y Caja Madrid- hasta el 31 de marzo de 2010 (momento en el cual se verá obligado a renegociar los otros 3.500 millones de endeudamiento).
Y esto es muy riguroso, sí señor, porque ese ha sido la fecha concedida, pero no muy cierto, porque los bancos le concedieron la prórroga apenas cinco días antes de la Junta aunque Cebrián lleva presumiendo que lo hicieron dos meses atrás.
No, dos meses atrás (y esto es poco riguroso, porque pudo ser hace 61 días, pero muy cierto, porque es la verdad) los bancos dieron una prórroga de un mes, luego ampliable a otro, que vencía el 14 de junio- para presentar un plan de viabilidad que diera razón a la prórroga de un año en la pavorosa deuda que tiene al Imperio Polanco en la ruina.
Cebrián y Matías Cortés fueron presentando conclusiones, y los bancos no se han dado por satisfechos -¡Ojo!, y sólo para una prórroga- tras comprometerse PRISA a lo siguiente:
1. Ampliación de capital -ya iniciada- por 900 millones de euros que, además, estará dirigida a inversores institucionales extranjeros, es decir, aquellos que exigen rentabilidad y que son ajenos a las presiones políticas. No está claro sí se podrá cubrir y si los bancos lo consideran suficiente.
2. Venta de Digital . Con ello, no sólo se volverá a ejercer presión sobre Vivendi y Telefónica. Por de pronto, qué cosas, los analistas del Santander, aseguraban días atrás que Digital vale 2.300 millones de euros, una cantidad que ahora mismo sólo se la puede aceptar un borracho próximo al delirium tremens. Y los analistas de don Emilio no se dan a esas perversiones, son gente seria.
En cualquier caso, la venta de Digital entorpece el otro plan ultrasónico (no galáctico, eso son los de Florentino Pérez) de doña Teresa Fernández de la Vega, consistente en crear una superestructura de derechos de retransmisión deportiva que salvar a dos empresa quebradas, como son PRISA y Mediapro-La Sexta, pero muy necesarias para mantener al PSOE en el poder.
En tercer lugar, hay que reducir plantilla. Y esto sí que tiene poca gracia. El objetivo sigue siendo el mismo, ya marcado por los propios asesores de PRISA: sobran 2.000 trabajadores de 13.000. Cebrián no ha hablado de ello, y, además, ha optado por una vía lateral, digna de aplauso, dicho sea sin ninguna coña: que los sueldos más altos del Grupo se reduzcan el salario y que los más bajos reduzcan jornada. Y, por supuesto, nada de dividendo este año, cosa que honra a los Polanco, considerando su importante control accionarial, aunque probablemente devalúa su cotización y, con ello, la ampliación de capital prevista.
Y todo esto para una prórroga de nueve meses.
Por cierto, en el tramo final, el banco más duro no ha sido HSBC sino el francés BNP, cuya estructura en España disfruta de la amistad de los gestores de PRISA, todos ellos pertenecientes al universo progresista español. Pero es que, esta vez, no ha sido Madrid quien ha impuesto criterios, sino París.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com