Demasiado tiempo llevamos asistiendo al bochornoso espectáculo en que los nacionalistas de todo tipo, con el apoyo de los partidos nacionales, y saltándose la Constitución a la torera imponen una determinada lengua allí donde ostentan el poder.
Recientemente han aparecido varias noticias en que el problema lingüístico es el denominador común. Así vemos cómo un niño de 11 años se ve inmerso en el ojo del huracán por el grave delito de querer hacer uso del castellano.
En un colegio se exhibe un cartel donde se insta a los pequeños alumnos a hablar catalán en el horario de recreo. El Sr. Bernat Joan (ERC) y responsable de la política lingüística de la Generalitat catalana declara, sin el menor rubor, en la Comisión de asuntos galeses de Cámara de los Comunes británica: "Permítanme la broma, pero a veces sería mejor no tener Constitución" y más adelante justifica y defiende su política de multar a los ciudadanos por hacer uso de la lengua oficial de todo el Estado, el Castellano.
Por otro lado el recientemente nombrado ministro de Educación manifiesta: "No debe haber imposiciones sobre el uso de la lengua".
Tras las anteriores noticias veo con "asombro" y esperanzadora alegría como en la entrevista mantenida por el Honorable Sr. José Montilla, Presidente de la Generalitat Catalana, y el ministro del Gobierno Español D. Manuel Chaves no había ni intérpretes ni traductores.
Seguramente, haciendo uso del sentido común, habrán hecho prevalecer el interés por comunicarse y entenderse.
Pues lo que entre ellos han aplicado ¿por qué no dejan hacerlo extensivo a todos los ámbitos de la sociedad? ¿Acaso esto es un privilegio exclusivo de las clases dirigentes?
Manuel Villena Lázaro
manolovillena@hotmail.com