Los islámicos han decidido reclamar a la Iglesia y al Estado español todos los bienes de Al-Andalus, aquella potencia mundial de hace algo más de un milenio. Es lo suyo, pero la reclamación puede encadenar otras reivindicaciones. Por ejemplo, las de los sucesores de los godos, a quienes, de forma violenta e inhumana, les arrebataron sus pertenencias. Y ahí está el lío, porque los hispano-romanos bien podrían reclamar lo que, contra todo derecho, les arrebataron los bárbaros llegados del norte. De los romanos, hacia atrás, están las justísimas reivindicaciones de los cartagineses, a los que tantos meses les costó la conquista de Sagunto para que luego los romanos les masacraran con entusiasmo.
Y qué me dicen de íberos y celtas, expoliados por romanos, cartagineses, griegos, fenicios, etc. Dejó a un lado al patriarca euskaldún Aitor, sin descuidar a su Amaya y los vascos en el siglo VIII, que Navarro Villoslada no nos especifican cuántos eran, pero cabe colegir que un montó (el índice de natalidad euskaldún siempre fue muy alto, hasta que se volvieron batasunos). Además, Amaya, hija de rey godo, también tendría que reivindicar un montón de propiedades históricas, entre ellas la Sierra de Grazalema, en Cádiz, por aquello de la Batalla del Guadalete.
Así que ya lo saben: reclamamos a los árabes los bienes de la monarquía visigoda y de la Hispania romana, a ser posible con la Lusitania incluida. Y, de postre, me pido la Basílica de Santa Sofía, que ya está bien. Tengo un amigo judío que reivindica los terrenos del templo de Salomón, es decir, las dos mezquitas islámicas, con el Domo de la Roca incluido, que los creyentes ocupan desde hace siglos. Por cierto, un descendiente de Godofredo de Bouillón ha reclamado a la población entera de Jerusalén, Belén, Nazaret y la fortaleza de San Juan de Acre pero, al parecer sus pretensiones ni se han considerado en la Hoja de Ruta sobre el problema palestino. Verbigracia, Hamas mantiene un significativo silencio al respecto.
Así que no conviene preocuparse en exceso por la reclamación de la Federación Española de Entidades Religiosa Islámicas. Lo único preocupante es que el Gobierno Zapatero no diga esta boca es mía. Debe de ser una diplomática exigencia de la Alianza de Civilizaciones.
En el entretanto, los italianos, que son cachondos pero no estúpidos, están preparando una ley para vigilar la financiación de mezquitas en Italia, financiación preferentemente saudí. Más que nada porque la palabra clave en las relaciones con el Islam aunque ZP no se haya enterado- continúa siendo éste: reciprocidad. En España, como nos hemos vuelto todos un poco ellos, no sólo no exigimos a los islámicos que permitan libertad religiosa en sus países a cambio de concedérsela en la nuestra, sino que, puestos a decidir quién paga las mezquitas, hemos decidido que se las pagamos nosotros. Por los derechos históricos y eso, que en todo sitio y lugar, país o cultura, tienen fecha de caducidad menos en la vieja Iberia, país regido por un estadista de primerísima división.
Se me olvidaba. A los italianos también les preocupa que las mezquitas se conviertan en algo más que un lugar de culto. A ZP no sólo no le importa, sino que está encantadísimo de promocionar mezquitas si con ello logra cerrar iglesias
Eulogio López