El gobierno de la provincia canadiense de Quebec quiere prohibir el uso de signos religiosos en las instituciones públicas, así como en las guarderías, las escuelas y hospitales.
Esta decisión se incluirá en la "Carta de valores de Quebec" que se presentará al Parlamento el próximo otoño, pero que la prensa ya ha adelantado. La prohibición afectará a los empleados, pero no a los usuarios ni a los alumnos en las escuelas.
La primera ministra Pauline Marois, del Partido Quebequés, afirma que la Carta propuesta servirá para unir a los habitantes de Quebec en torno a unos valores comunes, pero por el momento lo que ha provocado es polémica.
La justificación del gobierno es que se trata de promover la neutralidad religiosa del Estado. Pero otros ven más bien una hostilidad contra la religión. Advierten que "no puede haber un ateísmo oficial, como tampoco una religión oficial. El ateísmo oficial se convierte en otra religión bajo una forma que no respeta nuestra historia ni nuestro patrimonio. (…) El Estado debe proteger la libertad religiosa, no restringirla".
Más allá de los problemas de vestimenta o de signos, lo que se advierte es el deseo de marginar la religión en el ámbito público.
Cabe recordar que "Canadá es una sociedad democrática y laica; respeta la libertad de religión y a los creyentes. En cambio, los laicistas de Quebec quieren que la provincia esté basada en un estricto laicismo, que no es neutral respecto a la religión. Es una creencia y una ideología, a modo de religión, cuyo principal imperativo es la exclusión activa de la religión, de los creyentes y de los puntos de vista religiosos de cualquier posible aportación, influencia o papel en la vida pública".
No es un secreto para nadie que el Partido Quebequés no es indiferente sino que tiene una visión negativa de la religión. Este partido nacionalista de centro-izquierda gobierna en minoría, y no está claro que vaya a contar con el apoyo suficiente para sacar adelante esta legislación.
Jesús Martínez Madrid