La salida de Luis Manuel Díaz, subdirector general, es el último capítulo de una movida que la empresa editora de suplementos y revistas del grupo Vocento, Tesa, está viviendo desde hace más de tres meses. La historia empezó, como recordarán los lectores de Hispanidad.com, con los relevos de Miguel Larrea y Julio Fernández, director de publicaciones y director de la revista de televisión, respectivamente, por la portada dedicada a la telebasura de Javier Sardá. Siguió con la destitución de la directora de "Mujer de Hoy", Elena Castelló, y la salida de Fernando Rayón, subdirector de "El Semanal". Y continuó en enero con la de Juan José Conde, director de Marketing, y José Luis Prados, director del área de revistas corporativas. La razón de estas últimas bajas no sería otra que un enfrentamiento personal y profesional con la nueva responsable editorial de la empresa, Mara Malibrán, quien no sólo ha asumido la dirección de publicaciones de Tesa, sino otras muchas competencias, entre otras la dirección de Marketing. Ahí es nada.

Pero el despido que más revuelo ha levantado ha sido el del escritor y colaborador de "El Semanal" Antonio Muñoz Molina. Las razones esgrimidas por Mara Malibrán al interesado fueron "que ya no interesa a nuestros lectores lo que escribes" (sic) y que "hay otros articulistas que gustan más". Más preocupada por redecorar su nuevo despacho -que ocupa el lugar donde trabajaban doce redactores de las revistas- que de cuidar las formas -el despido del escritor fue telefónico- el último capítulo del culebrón de Tesa ha sido la salida del subdirector general, Luis Manuel Díaz, segundo en el escalafón de la empresa, por falta de entendimiento con la directora editorial.

Pero la movida no acaba ahí. En Vocento las cosas van despacio pero van, y lo de Tesa ya cantaba demasiado. De entrada, en la última convención del Grupo decidieron no esperar a la inminente jubilación del consejero delegado de Tesa, Jesús Fernández Vallejos, y, aprovechando tanto lío, le dieron una patada hacia arriba nombrándole director general de Relaciones Institucionales de Vocento, cargo de nueva creación pero que implica abandonar Tesa. La segunda parte, la más delicada, es el nombramiento de su sustituto, algo que está esperando el Comité de Empresa de Taller de Editores para decidir próximas acciones. El desánimo es creciente y la marginación de las personas más valiosas es un hecho. Lo que comenzó con un pulso a Sardá, que el impresentable presentador de televisión ganó, y continuó con la movida de la 'feminista' Malibrán todavía no ha visto su último capítulo. Tesa y sus trabajadores están que echan chispas.

Al final, el asunto es muy sencillo. Hasta ahora, la filosofía más profunda del segundo grupo editorial español (primero en prensa escrita) es el libre mercado, y su ideario consiste en obtener muchos beneficios en la cuenta de resultados. El consejero delegado, José María Bergareche, adscribe su ideología a la cuenta de resultados, y lo mismo hace su segundo, el todopoderoso director general Juan Mijangos. Hasta el anti-nacionalismo del director de ABC, José Antonio Zarzalejos, les parece poco neutro, aunque no puede elevarse al rango de filosofía, y se queda en el de mera opción política, por muy loable que resulte.

Sin embargo, justo enfrente, Mara Malibrán sí aporta una filosofía, por muy vulgar que sea: la del feminismo radical, en cuyo nombre está dispuesta a practicar el noble deporte de hacer rodar cabezas. Quiere dirigir Tesa, pero, sobre todo, desea el control ideológico de todo el grupo Vocento, algo que la cúpula de la empresa, sorprendentemente, le ha permitido hasta ahora, pero que ha empezado a irritar a todos aquellos cuya máxima preocupación sigue siendo una buena cuenta de resultados. Loable principio, aunque quizás no el único.

En Vocento se está dando un verdadero choque de civilizaciones, muy similar al de Occidente contra el mundo musulmán. Y este es el problema: los musulmanes aportan una serie de convicciones que se enfrentan... tan sólo a la ausencia de convicciones de Occidente. No es una pugna entre el Islam y el Cristianismo, sino entre el Islam y la nada. Es fácil predecir quién será el vencedor.