Publicidad blasfema

Sr. Director:

La Fundación Argentina del Mañana protestó contra la irreverente publicidad del producto, de origen chino, Quick Fresh. Se trata de un anuncio que presenta a un sacerdote de espaldas dando la comunión a un joven, el cuerpo de Cristo, es una pastilla de menta y delante del celebrante una mesa donde destaca un cáliz rodeado a ostias desparramadas, el sacerdote al darse la vuelta resultó ser una mujer. COPNARP solicitó la retirada del anuncio ya que su Código de Ética Publicitaria afirma que la publicidad no debe contener alusiones impropias que ofendan la moral o las buenas costumbres y que ofendan a la patria y sus símbolos así como tampoco los sentimientos religiosos.

La empresa Endemol ha retirado su campaña publicitaria. También en Milán las autoridades prohibieron una campaña basada en una versión de la Última Cena de Leonardo Da Vinci, en la que todos los apóstoles están representados por mujeres. La IAP italiana afirmó: La publicidad emplea símbolos que representan el fundamento de la religión y que no pueden ser utilizados para fines publicitarios. En Argentina se difundieron unos spots de Renault en el que el personaje que conduce el vehículo escenifica el papel de Cristo prodigando milagros en la tierra mientras conduce su coche. Una provocación a la religión que profesa el 90% del pueblo argentino.

El Presidente de la Comisión Episcopal de Comunicación Social advirtió que; la figura de Jesús no puede ser utilizada con fines meramente comerciales. Se suspendió la campaña publicitaria. La Federación de Asociaciones contra el SIDA de Andalucía, encargó una campaña a favor del uso del profiláctico para prevenir el SIDA, se utilizó la imagen del Sagrado Corazón sosteniendo, en una de sus manos, un preservativo. El Centro de Estudios Jurídicos Tomás Moro presentó una querella contra la campaña que fue suspendida. Los creativos que han diseñado estas campañas publicitarias han perdido el norte. Para ellos el fin justifica los medios y esto nunca será así. La blasfemia es el arma de los cobardes.

Clemente Ferrer Roselló