Sr. Director:
Qué bonito es vivir en el campo, pero sin campo; sin maquinaria agrícola; sin animales domésticos en las cuadras, si en el plato.
Digo esto a raíz de una carta procedente de "Sant Sadurní de l'Heure, pequeño pueblo del Baix Empordà (Girona), bonito y muy tranquilo, con no más de 280 habitantes, que ha visto cómo su alcalde ha aprobado que se instale a 300 metros del núcleo urbano una granja de engorde de 4.000 cerdos.
Los habitantes nos oponemos, porque sufriremos de malos olores, ruidos, más contaminación de purines, invasión de transporte pesado... El alcalde se empeña en estropear la paz y el entorno tan privilegiado que tenemos".
Ante hechos como éste me pregunto, ¿cuándo dejaremos de pensar sólo en nosotros? ¿Es que el ganadero que quiere construir una granja cumpliendo todos los reglamentos, que son muchos, no tiene derecho a desarrollar su trabajo? ¿Por ser ganadero no tiene derecho a mantener su negocio? Parece que en Sant Sadurní de l'Heure se cumple el dicho: "Aquí, cada uno va a la suya menos yo, que voy a la mía".
José Morales Martín
jomomartin@gmail.com