En el Congo pasa algo bastante grave. El Papa ha dado la voz de alarma ante un grave conflicto al que la comunidad internacional apenas presta atención.
¿Alguien ha leído u oído algo en los medios? La guerra en la República Democrática del Congo terminó oficialmente hace casi diez años, pero desde entonces ha muerto otro millón de personas, lo que eleva el número total a la terrorífica cifra de 5 millones de muertos.
En las últimas semanas el conflicto se ha reavivado en el este del país, con la toma por los rebeldes de la ciudad de Goma. Los obispos del Congo se han reunido en sesión extraordinaria para denunciar la situación. Lo terrible del caso es que las causas son de sobra conocidas y han sido ampliamente documentadas por la ONU y, sin embargo, nadie es capaz de poner freno.
Es la codicia lo que alimenta el conflicto, ya que el país africano posee el 80% de las reservas mundiales de coltán, utilizado en la telefonía móvil, ordenadores o en la industria armamentística.
A través de guerrillas interpuestas, los países vecinos arramplan con estos recursos con la complicidad de potencias occidentales y algunas multinacionales. Para proteger a la población de esos saqueos hay desplegada en el Congo una fuerza internacional, la Monusco, pero los obispos constatan su incapacidad frente a las guerrillas. La primera apelación de la Iglesia es al patriotismo de los congoleños, para que no colaboren con quienes saquean el país.
Ha costado mucho generar un clima de convivencia pacífica en el Congo tras la guerra civil, y ahora todo ese esfuerzo puede irse al traste.
JD Mez Madrid