Sr. Director:
Los siervos del sistema han efectuado campañas insultantes contra la religión Católica exigiendo ser borrados del registro de bautismos, y eso, cuando menos, es una soberana estupidez propia de quien tal solicita, pues el registro no es sino eso, un registro que da fe de algo que ha sucedido.

Otra cosa es lo que sucede a quienes, como es mi caso, no tenemos nada que ver con la democracia. En la democracia nos han inscrito en el Censo Electoral, no nuestros representantes legales, no nuestros delegados naturales, sino no se sabe exactamente quién.

Dada esta circunstancia, me alarma recibir permanentemente tanto propaganda electoral como la tarjeta censal, que por cierto acabo de recibir hoy, cuando la última vez que la recibí procedí a devolverla con la indicación de rehusado en el reverso de la misma.

El sistema ha hecho caso omiso a mi voluntad, y me cursa una nueva tarjeta censal de cara las Elecciones al Parlamento Europeo 2009, tarjeta que, por cierto, he devuelto al remitente indicando nuevamente rehusado.

¿Qué me obliga a estar incluido en una lista, como es el censo electoral, que sólo me produce molestias? Yo no voto; jamás lo he hecho, porque mis principios ideológicos me sitúan a años luz de tamaña vaciedad; yo no tengo nada que ver con la democracia; yo soy contribuyente y no pido que me den de baja de mis obligaciones; no pido que me den de baja de nada que sea útil, ni de nada que haya sido propiciado por mí o por quienes con derecho suficiente y en mi nombre haya sido propiciado, sea la inscripción en el registro civil o cualquier otro registro; lo que debían aclararme es quién me ha inscrito en el censo electoral; con qué derecho lo ha hecho, y por qué no se me da de baja del mismo, cuando he expresado mi voluntad de que así sea.

¡Si además le conviene al sistema!... Así reduciría el porcentaje de abstencionistas, primer grupo político en todas las elecciones.

No lo entiendo.

Delenda est democratia.

Cesáreo Jarabo

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