Sr. Director:
El presidente Sarkozy, en un discurso reciente a los diputados de su partido, les dijo que él es el presidente de todos los franceses, y "no sólo de los que le han votado".
Añadió que el papel del presidente es el de "unir a los franceses, no de enfrentarlos", y por ello no será "un presidente al servicio de un clan, de un partido, de una parte de la nación". Ya podía tomar buena nota de ello Rodríguez Zapatero, cuya actitud parece ser totalmente la contraria a la del primer mandatario francés.
Desde que accedió al poder no ha hecho otra cosa que dividir a los españoles con su política antiterrorista y con leyes como las del matrimonio homosexual, la LOE, la de recuperación de la Memoria Histórica o la Educación para la Ciudadanía. Consecuencia de todo ello es la crispación existente entre la clase política y en la sociedad. Aunque el PSOE acuse a la oposición de esa crispación, es evidente que la iniciativa en todas esas leyes que dividen ha sido del Gobierno. Y de su presidente es también la principal responsabilidad de lograr la unidad entre todos los españoles. Sarkozy lo tiene claro; ojalá lo tuviera tan claro Zapatero.
Isidro Vidal Badía
isidrovidalbadia@yahoo.es