Hasta la crisis, entrar en la moneda única, salvo el caso inglés, era un objeto de orgullo, una especie de concurso-oposición.
Pero ya nadie quiere pasar el examen. Los que han sufrido la experiencia, por ejemplo España, saben que el euro no ha servido para otra cosa que para subir los precios, aunque, eso sí, han bajado los tipos. Descenso que tampoco ha servido para mucho sino para perder la noción del riesgo y para apalancarnos por encima de nuestras posibilidades.
Hacen bien los polacos en retrasar su entrada en el euro. Sigan con sus zloty (dígase eslotis). ¡Quién fuera polaco!
Eulogio López
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