Sr. Director: 
Vaya por delante que me declaro entre los millones de españoles que sí esperábamos a Benedicto XVI el pasado fin de semana cuando vino a peregrinar ante la tumba de nuestro patrón el Apóstol Santiago y para celebrar la misa en el templo, hoy ya Basílica, de la Sagrada Familia en Barcelona.

 

No sólo le esperábamos, sino que nos ha alegrado y reconfortado mucho su presencia en nuestro país, por lo que le estamos muy agradecidos.

Entiendo que a algunos les haya resultado indiferente esta visita, incluso puedo comprender que no les haya gustado demasiado, a otros, su presencia o su discurso. Me cuesta más trabajo entender que en una sociedad democrática, abierta y plural, se opongan a la visita del  máximo representante de una confesión religiosa, que es a la vez considerado uno de los intelectuales más importantes de nuestro tiempo y una autoridad moral en el mundo por encima de credos.

No sé qué concepto de tolerancia, del respeto a los demás y de la libertad tienen los que se comportan de esa manera tan cerrada. Algunos, olvidando a quien representan, volvieron a hacer el ridículo integrándose en singulares plataformas.

El Papa siempre habla claro y sin ofender. Denuncia, defiende, propone y anima pensando siempre en el hombre. El Papa nos ha hablado de Dios. En una época en que el hombre da la espalda a Dios, nos ha recordado que Dios trae la paz, la alegría y el bien. Ha animado a los cristianos a hablar de Dios a todo el mundo. Ha defendido la vida, desde la concepción, y el matrimonio natural entre hombre y mujer, abierto a la vida, reclamando apoyo para la familia. Ha resaltado el amor hacia todos los que sufren. Ha denunciado el relativismo que nos invade y el laicismo que se nos quiere imponer, animando a los españoles a defender los valores.

El miércoles, ya en el Vaticano, recordando su visita a nuestro país dijo que España es la esperanza de Europa. Yo estoy con el Papa y ahora nos toca responder a ese reto.

El Príncipe Felipe en su saludo de bienvenida a Benedicto XVI, destacó su compromiso con la paz, la libertad y la dignidad del ser humano. No me parece ni correcto, ni razonable, ni inteligente que el Presidente del Gobierno, para no asistir a ninguno de los actos, se inventase un viaje a tierra de guerra teniendo aquí al mensajero de la paz. Limitarse a estar en la despedida en el aeropuerto es, cuando menos, un error. Una vez más se equivocó, pero eso, aún siendo relevante, no es lo importante.

Lo importante ha sido la presencia del Papa, lo que ha hecho, lo que ha dicho, el mensaje que nos dejado y los efectos positivos que para la Iglesia y la sociedad española ha producido su visita.

Manuel Atencia Robledo