Las autoridades sanitarias, velando por el bienestar, van dando cada vez más facilidades para que se puedan eliminar a seres humanos en estado embrionario si se descubre que son propensos a enfermedades.
Ahora toca a los que pueden tener cáncer. Mi cuñada María es médico y madre de siete hijos. Ella y dos de sus hermanos son portadores de una mutación BRCA, un gen por el que tienen más probabilidad de tener cáncer que otras personas.
Transcribo una carta que ha publicado su hermana Elena en varios periódicos, y que tiene la fuerza de poner rostro humano a estos casos que se presentan como un avance científico en beneficio de la sociedad: "Escucho como gran noticia del día que dos parejas han recibido autorización para seleccionar entre sus embriones aquéllos que estés libres de un cáncer hereditario.
Los embriones defectuosos se eliminarán y no nacerán. Yo tengo tres embriones defectuosos. Son mis tres hermanos mayores. El primero ronda los 45 años, mide casi 1,90 y, cuando éramos pequeños, mis amigas soñaban con conquistarlo. Además de guapo es muy inteligente. Ocupa un cargo importante en una importante empresa española. Tiene una mujer excepcional y dos hijos preciosos.
Mi segundo embrión defectuoso sacó matrícula de honor en el antiguo COU. Es médico y madre de 7 hijos. Es esa hermana que debería incluirse de serie en todas las familias: la que siempre hace favores y que, desde que falta mi madre fabricadora de embriones defectuosos, la ha relevado como generosa cuidadora de nuestro clan.
Mi tercer embrión defectuoso es jefa del departamento de inglés del colegio donde trabaja. Es tan guapa que sus alumnas la llaman la barbie. Tiene 6 hijos, dos de ellos adoptados. Y a ninguno de los seis les parece defectuosa. Mis tres embriones defectuosos llevan vidas normales, conocen esa herencia genética, y tienen una política preventiva sobre su salud que les hará vivir, seguramente, largas vidas. Desde luego fecundas ya lo han sido.
Mi hermano pequeño y yo no somos aparentemente defectuosos: no tenemos la herencia genética que nos predispone al cáncer que mató a mi madre. Sin embargo enfermaremos en algún momento y también estoy casi segura de que nos moriremos. Y cuando lleguen esos momentos, enfermedad y muerte, tendremos cerca a nuestros embriones defectuosos y a sus hijos.
Y daremos gracias a la memoria de nuestros padres que entendieron que todos nosotros teníamos igual derecho a vivir y que, desde el segundo uno de nuestras vidas, nos aceptaron tal como éramos, con nuestros defectos genéticos incluidos. Elena San Román".
Santiago Chiva de Agustín
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