El presidente del Gobierno entrante, Mariano Rajoy, se niega a cerrar bancos: aquí no quiebra nadie. Sería lo más barato y más justo para los ciudadanos españoles pero no para su prestigio político. Así que ahora deshoja la margarita sobre la tercera oleada de fusiones, y su única duda es si deben quedar tres o cuatro grandes bancos. Es decir si deben quedar Santander, BBVA y Caixabank o a ellos habrá que añadir Bankia si se opta porque la tercera entidad en dimensión, presidida por Rodrigo Rato, se fusione con alguno de los tres mencionados o prosigue su andadura en solitario. El resto serán bancos medianos o pequeños.
Todo depende de dos cuestiones: la generosidad del banco malo, naturalmente de titularidad pública y de la CAM. Lo primero es sencillo: si a los bancos se les permite introducir en el banco malo todo lo 'introducible', entonces habrá cuatro, e incluso podría haber más entidades que sobrevivieran en solitario, sin fusión.
Por otra parte, el segundo instrumento, las fusiones financiadas por el Estado resultan mucho más caras, aún, que el banco malo pero si se aplica el mismo proceso rumboso que en la CAM, entonces no hay dinero en España para sanear el sistema bancario.
Por otra parte, las cifras que maneja el Partido Popular y de la que ya hemos dado cuenta en Hispanidad, sobre reducción de oferta bancaria son tremendas: sobran 50.000 empleados y 15.000 sucursales. Y más: en 2012 la banca española tiene que refinanciar 120.000 millones de euros.
Miriam Prat
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