Asimismo, cuando el nuevo presidente apareció en los pasillos una nube de periodistas se abalanzó hacia él. El jefe de la Oposición, un tal Mariano Rajoy, apenas podía hacerse un hueco. Y lo que es peor: nadie le hacía el menor caso. Fue en ese momento, cuando el perdedor del 14-M susurró a un próximo una sentencia muy galaica: no somos nadie. Y es que, como ya dijera el fallecido Pío Cabanillas: notas que has perdido el poder cuando el teléfono ha dejado de sonar.