Ni tan siquiera le bastaría con el allanamiento, la confesión de culpabilidad

 

Eso sí, el PP valenciano amenaza con una reacción a lo Cascos. En el PSOE se pone, como ejemplo, el caso Curbelo, pero se mantiene la defensa de Griñán y Chaves.

Mariano Rajoy se niega a hablar del presidente valenciano Francisco Camps. En público, claro, porque en privado bien que lo hace. En otras palabras: Rajoy le ha hecho llegar a Camps un mensaje inequívoco: que dimita. Considera, como el resto de los líderes PP, que Camps no es un corrupto porque, aunque se demostrara que había recibido trajes, los trajes son eso, trajes, pero no puede permitir que el PSOE le eche en cara el mantener a un encausado, ya en juicio oral, con una instrucción judicial de por medio, al frente de su Gobierno más lucido: el valenciano.

Además, sabe que lo de Manuel Chaves subvencionando a sus hijos y lo de José Antonio Griñán creando pensiones falsas (lo que guarda cierto parecido con el asunto María José Campanario) es mucho más grave pero estos asuntos no han sido certificados por los jueces (entre otras cosas porque el PSOE ha puesto todas las pegas posibles). Hay agravio comparativo, sí, pero Rajoy no está dispuesto a hundirse por salvar a Camps.

A Rajoy tampoco le gusta el allanamiento, es decir, la propuesta de Esperanza Aguirre: que abone los trajes recibidos. A estas alturas, con elecciones en ciernes, no le basta.

Y cuidado, porque hay miembros del PP valenciano que, en defensa de Camps, están dispuestos a echarse al monte, es decir, en adoptar la postura Cascos: una secesión en plena regla.

Miriam Prat

miriam@hispanidad.com